La exclusión en los barrios.

Los fenómenos de exclusión social están estrechamente relacionados con la dimensión territorial, como observamos con claridad en los barrios de los grandes centros urbanos.

Las ciudades acostumbran a atraer a nuevos pobladores que se asientan en ellas en busca de oportunidades laborales, ofreciendo generalmente espacios de habitabilidad deficiente en la periferia urbana. En estos entornos de los extrarradios, se encuentran personas del mismo origen que en un principio parecen facilitar la inserción. Pero  esto acaba muchas veces por concentrar situaciones de carencia y exclusión.

La ciudad amplia los márgenes de autonomía y oportunidades, pero al mismo tiempo, reduce los lazos y los vínculos de carácter comunitario, convirtiéndose en un entorno más indiferente.

La exclusión implica quedar al margen de la gran corriente social mayoritaria, las oportunidades a través de recursos educativos, nuevos empleos, o mejoras de la vivienda o del barrio para la movilidad social dejan de producirse, y ello a su vez acrecienta la marginalidad. Todo esto es mucho más frecuente en las grandes ciudades y sus barrios desfavorecidos, que en los pueblos rurales. Es en las urbes donde van concentrándose desempleados, trabajadores de los perfiles más bajos y precarios, inmigrantes sin recursos, pobres y sin techo.

Las grandes urbes tienen unas características que facilitan situaciones  de “invisibilidad” de algunas personas o grupos. Estos excluidos se colocan en una posición de desventaja importante y frecuentemente sus necesidades y problemas pasan desapercibidos o son demasiado gravosos en tiempo y recursos para las instituciones públicas.

Además hay que sumar las nuevas formas de creación de riquezas que se han desarrollado en el mercado global, teniendo un impacto importante en la estructuración del mercado laboral. Se han generado nuevas oportunidades, pero también se ha fomentado el hecho de que diversos colectivos sociales hayan sido desplazados hacia procesos de exclusión sociolaboral: desempleo juvenil, desempleo estructural y desempleo de larga duración en adultos, y generación de trabajos precarios sin formación.

En la época industrial, las ciudades de Europa concentraron ciudadanos, fijaron barrios y clases sociales, debido a la demanda de mano de obra que necesitaban las fábricas. Pero en los últimos decenios, el cambio en la producción provocó que grandes colectivos de personas quedaran sin empleo,  y en cierto modo, obsoletas antes las nuevas realidades productivas.

En España, la población sumida en situación de pobreza intensa vive de forma mayoritaria en barrios degradados, en viviendas con problemas graves de deterioro. En el 27% de los casos de pobreza intensa, las viviendas carecen del equipamiento básico (agua corriente, luz eléctrica, váter privativo y agua caliente). Además, la máxima concentración de degradación urbana, infravivienda y hacinamiento la sufre aquella población que, además de presentar pobreza, tiene un origen étnico o nacional minoritario, como son  la población gitana o inmigrantes extracomunitarios.

El grado de barrios desfavorecidos no es el mismo en todo el país, encontramos diferentes porcentajes según la Comunidad Autónoma. En Andalucía y Canarias la población en barrios desfavorecidos supera el 40%, en Cataluña, Galicia y el País Vasco no llega al 10%. Mientras en Andalucía la vivienda sin ningún tipo de equipamiento básico representa el 2,6% de todas las viviendas, en el País Vasco y Navarra no llega al 0,8%.

La exclusión urbana no parece que vaya a presentar una evolución favorable en el futuro, todo lo contrario. La continuidad de la corriente migratoria campo ciudad, que desde los cincuenta hasta hoy día, sigue induciendo perdida de cohesión y de diversidad social. La reestructuración de los mercados laborales, que está conduciendo a tasas de paro elevadas y a la precarización del empleo en una parte importante de la población, reflejándose con mayor magnitud en los barrios vulnerables de las ciudades. El debilitamiento del tejido asociativo, ya que no se producen  actitudes comunitarias para la resolución de los problemas. Estos barrios suelen carecer de capacidad de presión para conseguir que la redistribución del gasto municipal les favorezca o al menos sea equitativo. La existencia de varios niveles administrativos (estatal, autonómico, municipal) hace muy necesaria la aplicación de políticas dirigidas a fomentar el diálogo social a través del fortalecimiento del tejido asociativo, pues la difusión del poder dificulta el entendimiento de los problemas y la articulación de propuestas para resolverlos.

La familia española que vive en un barrio desfavorecido no puede mudarse de él, dado el coste que supone el cambio y mejora de alojamiento. En estos barrios los vecinos apenas pueden afrontar las causas de la vulnerabilidad, los mecanismos de mercado no son capaces de corregir la situación, y el sector público solo acomete políticas sectoriales escasamente eficaces para los desfavorecidos.

Los pocos vecinos de estos barrios que encuentran un empleo que les permite una vivienda mejor y lograr cohesionarse socialmente, suelen abandonar estos barrios y mudarse a otras zonas de la ciudad, por lo que el barrio desfavorecido siempre presenta el mismo perfil de ciudadano y los mismo problemas.

Parece casi imposible, o al menos muy difícil acabar con la exclusión de los barrios desfavorecidos.  En la actualidad se trata de abordar el problema de la desigualdad mediante políticas sociales generalmente muy centralizadas, cuando estos problemas requieren abordajes desde la cercanía, para responder a situaciones específicas que se presentan de manera heterogénea y cambiante.

Deben tomarse medidas políticas de desarrollo urbano concentrándose en la creación de las condiciones que animen la inversión y la renovación, el desarrollo económico endógeno y el acceso a oportunidades. Estas políticas tienen que reforzar las medidas de educación, empleo, formación, desarrollo local, mejora de las viviendas, medio ambiente urbano y desarrollo comunitario asegurándose su efecto sobre los grupos más vulnerables. Además tomar nuevas formas de gestión e intervención que impliquen transformaciones importantes en el funcionamiento de las Administraciones públicas. Una nueva gobernación, que aspire a ser más próxima, de calidad, eficaz y eficiente, se debe caracterizar por: una cooperación institucional, cooperación de los diversos departamentos y agencias técnicas que trabajan en el área; participación ciudadana y partenariados público-privados.

Antonio Varela García

4 pensamientos en “La exclusión en los barrios.

  1. La situación de exclusión que se vive en determinados barrios es alarmante, sin que nadie parezca poner un fin a ello. En este caso, se habla mucho de políticas de desarrollo urbano, siendo las realizadas en muchos casos insuficientes o incluso negativas.

    En Huelva tenemos varios ejemplos de políticas urbanísticas que tratasen de «acercar» a estos colectivos excluidos al resto y que, a la larga, no han hecho más que empeorar el problema -véase el caso de Marismas del Odiel-. Con esto no quiero decir que no sea un medio de ayuda, puesto que son una pieza clave, pero pienso que estas políticas deben ir acrecentadas por medios de inserción sociolaboral, que posibiliten a estas personas el acceso al mercado laboral, y que así puedan verse en una mejor situación en todas lasa facetas.

    En el plano político, de gobernanza, nada parece vislumbrar una mejoría, y las decisiones en torno a este tema seguirán siendo las erróneas. Por más que los gobiernos vean oportuno, «mudar» un barrio excluido socialmente de lugar no es la solución. Parece obvio que esas personas en principio excluidas, tendrán unas mejores instalaciones de inicio, pero el acceso al mercado seguirá marcado por ser del barrio «x», o pertenecer a tal colectivo. Esto, a la larga, conlleva que esas nuevas instalaciones se deterioren de tal manera que parezcan más a lo anterior que a lo que se pretendía. Un círculo vicioso.

    Por ello soy fiel defensor de crear más políticas de igualdad y contra la exclusión, ante los tímidos intentos municipales de reordenación del territorio, que conllevan más exclusión y pobreza.

  2. El problema de la exclusión social y la marginalidad de los barrios periféricos o de «mala fama´´ de las ciudades, es más complejo de lo que se cree.
    Normalmente las autoridades públicas lo que llevan a cabo es un lavado de imagen de dichos barrios, lo cual para mí es un error si antes no se ha profundizado en una ayuda más útil para las personas que en ellos habitan, como intentar que salgan de su situación e intenten encontrar cierta estabilidad en sus vidas.
    En este tipo de sitios, además de que haya gente sin empleo, o sin formación, también se llevan a cabo actividades ilícitas como la venta de drogas, con lo que eso conlleva. Intentar solucionar todo esto es muy complicado, en mi opinión es necesario formar a las personas sin estudios o sin ningún tipo de cualificación, para que puedan ganarse la vida de forma honrada, y así que éstos eduquen de igual manera a sus hijos.
    Actualmente llevar a cabo este tipo de medidas y que tengan de verdad éxito, es prácticamente imposible, porque como todos sabemos, estamos en una situación de crisis y de falta de empleo. Aunque los jóvenes acabemos una carrera universitaria, no significa que vayamos a obtener un empleo, así que para las personas que ni siquiera tienen formación y que encima carecen de recursos financieros, todavía peor.
    Lo único que se puede hacer a mi manera de ver, es disminuir el impacto o las consecuencias que trae todo esto, como políticas de igualdad de oportunidades y apoyo para la gente que se encuentre marginada en la medida de la posible, pero asumiendo que es prácticamente imposible que en la sociedad que nos encontramos deje de haber marginalidad y exclusión de algunos grupos de personas

  3. Como expone el compañero Varela es muy complicado acabar con el desfavorecimiento de estos barrios, pero es que a veces parece que ellos mismos no quieran salir de él, puesto que es un sitio idóneo para hacer sus negocios ilegales. Esta forma de economía sumergida por llamarlo de alguna forma, no desarrollará nunca el mercado laboral a ninguno de los niveles, al revés es uno de los factores más condicionantes que hace que sean barrios marginados.

    No estoy de acuerdo en su totalidad con el comentario que ha realizado fjtrrll15 , puesto que no se si de un pueblo es diferente a la capital pero a los barrios marginales se les están ayudando desde que le conceden una vivienda digna de la junta de Andalucía, no se les quitan la misma por no pagarlas, se les ayuda con el pago de la luz y el agua mediante asuntos sociales, se les entrega cada mes un vale de comida para el economato, son los primeros en las bolsas de empleo municipal, que no es suficiente porque todavía siguen pasando hambre y hay mucha gente en esa situación, pues sí, pero desde las corporaciones se tiene la conciencia de ayudar más a ese tipo de barrios, por lo menos desde lo que yo conozco.

  4. Comento en esta entrada ya que me parece algo que se debería de corregir de forma rápida y eficaz, ya que en pleno siglo xxi no es admisible que haya barrios periféricos de las grandes, y no tan grandes, ciudades de nuestro país donde la marginalidad y la exclusión social se reflejen de una forma tan clara. Para mí se le debería de hacer más frente a las administraciones que son las deben de hacer cargo de corregir estas situaciones y esta diferencia de clases no se acentúe cada vez más.
    Esta exclusión social que se da en estas zonas da lugar a unos bajos índices de escolaridad, desempleo notorio lo cual hace que sean los principales barrios en los que se llevan a cabo actividades ilegales, lo cual esto hace que se vean envueltos en una espiral, pues la concepción del barrio del cual provengas ya te cataloga y t va a restringir la entrada al mercado laboral.
    Toda esta marginalidad o exclusión social se refleja en muchas acciones fáciles de mostrar, un ejemplo es la limpieza y mejoras de las calles en los núcleos urbanos es un goteo constante y en la periferia toca cada cuatro años.
    Por lo que a modo de conclusión, y bajo mi punto de vista la igualdad deberá ser uno de los valores supremos y fundamentales de cualquier región, ciudad o pueblo que se ha de cumplir por encima de cualquier otra cosa, y sobre todo si nos fijamos en nuestros textos legales como por ejemplo nuestra constitución.

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